Confiar en tus propios recursos: Tu mayor herramienta contra la ansiedad

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En medio de una crisis de ansiedad, con el pecho apretado y la mente acelerada, es fácil sentir que has perdido todo control. Te buscan soluciones externas: medicación, técnicas de respiración, consejos de otros. Y aunque todo eso puede ayudar, hay algo que nadie te dice con suficiente claridad: tú ya tienes recursos internos poderosos para manejar la ansiedad. El problema no es que te falten herramientas; es que has olvidado que las tienes.

Confiar en tus propios recursos no significa que vas a eliminar la ansiedad de tu vida. Significa que vas a desarrollar la capacidad de sostener

te a ti mismo mientras atraviesas momentos difíciles, sin colapsar, sin huir, sin necesitar que alguien más te rescate.

¿Qué significa confiar en tus propios recursos?

Confiar en tus propios recursos es reconocer que tienes una fuerza interior que puede sostener tu experiencia, incluso cuando es dolorosa o atemorizante. No se trata de “ser fuerte” en el sentido de reprimir lo que sientes. Se trata de saber que puedes sentir lo que necesites sentir y que no vas a romperte.

Cuando confiamos en nosotros mismos:

• No buscamos constantemente validación externa para saber si estamos bien.
• Podemos estar con la incomodidad sin necesitar eliminarla inmediatamente.
• Tomamos decisiones desde nuestra intuición, no desde el miedo.
• Nos permitimos equivocarnos sin que eso amenace nuestra identidad.
• Reconocemos que hemos superado situaciones difíciles antes y que podemos hacerlo de nuevo.

La ansiedad, en gran parte, se alimenta de la desconfianza. Desconfianza en tu capacidad de manejar lo que venga, desconfianza en que puedes sobrevivir a la incomodidad, desconfianza en tus propias percepciones y decisiones.

¿Por qué hemos perdido la confianza en nosotros mismos?

La pérdida de confianza en uno mismo no sucede de la noche a la mañana. Es un proceso gradual que comienza temprano:

• Cuando de niños nuestras emociones fueron invalidadas: “No llores por eso”, “No es para tanto”, “No tengas miedo”.

• Cuando aprendimos que buscar ayuda era más aceptable que confiar en nuestras propias respuestas.

• Cuando experiencias traumáticas nos hicieron sentir que el mundo es impredecible y peligroso, y que nosotros somos vulnerables.

• Cuando la cultura nos enseñó a buscar respuestas afuera: en expertos, en libros, en redes sociales, en cualquier lugar menos en nosotros mismos.

• Cuando cometimos errores y en lugar de aprender de ellos, los usamos como evidencia de que “no podemos confiar en nosotros”.

La ansiedad se intensifica cuando no confiamos en nuestra capacidad para navegar la vida. Nos volvemos hipervigilantes, tratando de controlar cada variable, anticipando cada amenaza, porque en el fondo no creemos que podamos manejar lo inesperado.

5 ejercicios prácticos para cultivar la confianza interna

1. Lleva un registro de tu resiliencia

Cada noche, escribí tres cosas difíciles que manejaste durante el día. No tienen que ser grandes crisis. Puede ser: “Tuve una conversación incómoda y no hui”, “Sentí ansiedad y no la empujé hacia abajo”, “Tomé una decisión aunque no estaba 100% seguro”. Con el tiempo, este registro te mostrará evidencia concreta de tu capacidad.

2. Practica tomar decisiones pequeñas sin consultar

La próxima vez que quieras preguntarle a alguien “qué debería hacer” con algo pequeño, detente. Pregúnt

ate primero a vos mismo: ¿qué quiero hacer? Confía en esa primera respuesta. Incluso si “te equivocas”, aprenderás que los errores no son catastróficos.

3. Conecta con tu cuerpo

Tu cuerpo tiene una sabiduría que tu mente ansiosa a menudo ignora. Cuando estés ante una decisión o una situación estresante, llevá tu atención al cuerpo. ¿Qué sientes? ¿Hay tensión? ¿Hay expansión? Tu cuerpo te dice constantemente si algo es correcto para vos o no. Aprendé a escucharlo.

4. Recuérdate experiencias pasadas de superación

Cuando la ansiedad te haga sentir que “no vas a poder”, recordá todas las veces que ya pudiste. Recordá esa vez que pensaste que no ibas a sobrevivir a una ruptura, y lo hiciste. Recordá ese examen que creías que ibas a reprobar, y aprobaste. Recordá esa crisis de ansiedad que pensaste que no iba a terminar, y terminó. Tu historia es evidencia de tu capacidad.

5. Practica la auto-compasión

Confiar en vos mismo no significa ser perfecto. Significa tratarte con amabilidad cuando las cosas no salen como esperabas. La próxima vez que te equivoques, en lugar de criticarte, pregúntate: ¿Qué le diría a un amigo en esta situación? Y decítelo a vos mismo.

La paradoja de confiar en ti mismo

Aquí hay algo interesante: cuando más confiamos en nuestra capacidad de manejar la incertidumbre, menos ansiedad experimentamos. Y cuando menos ansiedad experimentamos, más confiamos en nosotros mismos. Es un círculo virtuoso.

Pero el punto de entrada a ese círculo no es eliminar la ansiedad primero. Es empezar a confiar, aunque sea un poquito, aunque todavía tengas miedo.

No necesitas sentirte seguro para confiar en vos. De hecho, confiar es lo que haces cuando no te sientes seguro, pero igual elegís creer que podés manejarlo.

La ansiedad va a seguir apareciendo de vez en cuando. Pero cuando confiamos en nuestros propios recursos, la ansiedad deja de ser una amenaza y se convierte en una señal: algo necesita atención. Y vos tienes la capacidad de darte esa atención.

Recordá: No estás roto. No necesitas que alguien más te arregle. Ya tienes dentro tuyo todo lo que necesitas para navegar esta vida, incluso sus partes más difíciles. Tu trabajo es recordarlo, practicarlo, y confiar en esa fuerza interior que siempre ha estado ahí.

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